Dentro de las malas costuras por donde va envuelto el ser humano, la mentira viene siendo , junto al odio, las más letales. La mentira, por cierto, va pegada al odio. Por esta razón, viendo hoy tanta de esta en periódicos, radios y televisión, nos llegamos a espantar. El tema radica en qué pasará mañana o, simplemente, que está pasando ya. Porque al momento en que la ciudadanía se instaló junto a las nuevas tecnologías, comenzó al mismo tiempo a darse cuenta de esta cruenta realidad. Surge la siguiente pregunta: ¿a quién creerle?. Muchos profesionales del periodismo están involucrados en este verdadero problema que se expande por el mundo. Se prestan ellos para mentir a la población y crean, por cierto, la duda colectiva. ¿Por qué lo hacen?. Simplemente por dinero. Junto a esto comenzamos a detectar que ahora no se logra creer mucho a los medios informativos. Y junto a esto, los más osados, expresan que tampoco están creyendo en los historiadores, porque el acontecer social se acomoda, en el tiempo, de acuerdo a poderes imperantes.
Si bien esto no es de ahora, sino desde que el hombre optó por denominarse “hombre”, el asunto hoy se torna más complejo por el acceso a las comunicaciones. Vuelve la misma pregunta: ¿a quién creerle?. Si bien no cuesta mucho detectar la mentira, aun cuando se silencian a muchos periodistas que buscan informar con “verdad verdadera”, celebramos a algunos sitios web y medios informativos que se abren a la ciudadanía al afán profesional y ético, tan extraviados en los últimos tiempos, donde la rapiña, el subterfugio, la crueldad, se apropian del mundo en franco deseo de exterminio.
Escrito por Carlos Amador Marchant, en Valparaíso-Chile, 15 de septiembre de 2014.
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