viernes, 25 de marzo de 2016

CEMA-CHILE Y EL PILLAJE


Día a día leo en diarios noticias diversas. Por lo general casi siempre opto por guardar silencio. No me apetece comentar miserias constantes. Pero este caso, el de CEMA-Chile, no puedo dejarlo pasar. Se trata de algo absurdo y burlón. Estos “Centros de Madres” (CEMA) que cobijaron-reclutaron al más puro estilo de la Alemania nazi, a cientos de miles de mujeres, la gran mayoría de escasos recursos, y que, otorgándoles, a cambio de un lavado minucioso de cerebro, pequeños beneficios en conocimientos domésticos, empoderaron a dos grandes delincuentes en la historia chilena. Augusto Pinochet y Lucía Hiriart. La segunda, quedó al mando de esta institución a perpetuidad y, al mismo tiempo, con una cantidad impresionante de bienes inmuebles y terrenos cedidos por el Estado cuando su esposo las ejercía como dictador. Desde el momento en que empezó a hacerse famosa la fatídica frase “transición a la democracia”, han pasado 26 años, y mediante un “oscurantismo” los negociados continúan haciéndose bajo protección legal. Pero ¿de qué legalidad estamos hablando?. Pues de la absurda legalidad dejada por la dictadura y que la clase política imperante ha sido incapaz de aplastar. La pregunta es si se puede gobernar bajo una delincuencia legal, y quedamos “marcando ocupado” al darnos cuenta que esa es la realidad chilena: “una mentira del porte de un trasatlántico”.
Augusto Pinochet y Lucía Hiriart, bajo el lema de “Salvar a Chile del comunismo” se enriquecieron robando los bienes de la nación. Convengamos que fue Estados Unidos quien apoyó a esta horda de maleantes para parar a un gobierno de índole popular. Pero ¿era necesario?. Bajo este prisma todo quien asume como Ministro de Estado u otros cargos, pasan a ser vistos como títeres, es decir, “manejables”.
La otra pregunta que surge es: ¿se puede parar esto?. Han pasado cerca de tres décadas y todo sigue igual. La señora Hiriart tiene 93 años y es capaz de manejar desde las sombras muchos negocios y a muchas personas. Y finalizamos con otra pregunta: ¿por qué se conserva ese poder casi intacto?
Y la respuesta está a la vista: “Cuando una plaga de ratones entra a una casa, para exterminarla sólo cuenta despejar, mover, y en definitiva asear bien la casa. Este aseo general, por cierto, jamás se ha hecho en Chile”.


Escrito por Carlos Amador Marchant, en Valparaíso, 25 de marzo de 2016. 

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