domingo, 14 de mayo de 2017

EL PÁNICO SÍSMICO


El pánico generado por los fuertes temblores es sinónimo de autodefensa. Nadie, por cierto, quiere ser parte de un término de vida en tales situaciones. Unido a esto están los innumerables terremotos y tsunamis en cada sitio del mundo con millones de personas muertas que, nombrarlos a todos, sería llenar enciclopedias completas. Y esa es tarea de historiadores. En Chile, no cabe dudas se instaló el "terror" por esa especie de sopor donde caen las reparticiones encargadas de las comunicaciones, de la prevención y el resguardo en caso de siniestros. La experiencia de hace escasos años da cuenta de esto. Frente a tal situación (y sin llamar al caos) la población se acostumbró a tomar sus propias determinaciones sin hacer caso -muchas veces- del llamado a la calma.
Anoche, a escasos minutos del fuerte sismo, revisé las páginas del Shoa y la Onemi. En la primera se decía que el fuerte temblor no cumplía con los requisitos para transformarse en tsunami. La segunda, llamaba a la calma expresando que "Chile es un país sísmico y que, en consecuencia, había que tomar esto con mucho criterio y calma". Si bien ambas explicaciones o comunicados eran correctos, la población "está en otra" y quiere otro tipo de "argumentos".
A la hora de la verdad, Chile es un país abúlico en estos temas. Es decir, después de cada siniestro vuelve a la calma y apacigua las cosas. Pasa el tiempo y todo se olvida. Es cosa de observar los acontecimientos recientes, los macro incendios, por ejemplo; las lluvias y sus consecuencias. Y ni hablar de los terremotos.


Escrito el 23 de abril de 2017.-

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