Escribe
Carlos Amador Marchant
Muchas, demasiadas veces me pregunté
cuál será la mejor postura para escribir poesía: ¿sentado,
parado, acostado, tirado sobre el césped, en cuclillas, bebiendo una
copa de vino?. Cualquiera de estas aseveraciones podrían ser
válidas. Sin embargo, hasta la fecha no he podido llegar, respecto
al tema, a consenso.
He recibido cientos de opiniones.
Algunos famosos y otros no tanto, dicen que siempre han ido con un
papelito y lápiz por si la iluminación se les aparece en la calle,
dentro del baño o, incluso, debajo del agua oceánica. Otros
apuntaban a cosas casi inverosímiles, por ejemplo, que los poetas
siempre deben, por honor, beber vino.
Al paso de años, de añosos, entendí
que las modas o las influencias, no hacen más que hundir y
desprestigiar al gremio. La juventud “divino tesoro”, como dijo
el nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) es vulnerable frente a
esta serie de “muletillas”: “No eres poeta si no bebes
alcohol”; “los poetas no pueden tener autos costosos; deben ser
pobres, locuaces, fumar marihuana, ser desordenados, no trabajar
porque con la sola poesía ya trabajan demasiado”, en fin. La
verdad, nada de lo expuesto tiene validez, y quienes siguen estos
preceptos, simplemente, van al barranco. Lo concreto es que ser poeta
ya es bastante, y lo trascendental es volcarse a la creatividad, sin
caer en turbulencias.
Pero, ¿cómo se debe escribir
poesía?. Pues, por lo antes expuesto, me convenzo debe ser solo
cuando llegue, cuando toque a los hombros o, sencillamente, cuando
sientas deseos de evacuar lo que el entorno acorrala. Y la prefiero a
orilla de mar, tal vez en horario cuando el sol se está alejando del
día. O bien sentado o acostado en el suelo de casa, sobre un cojín
y masticando cada ciertos segundos pedazos de manís.
Estoy pensando en destruir entornos,
aquellos que cualquiera puede elegir como preferidos. Porque a fin de
cuentas, la poesía sentado o parado, enroscado o en cuclillas,
siempre saldrá al aire como esas mariposas relucientes o esas aves
que buscan espacios en distintas estaciones planetarias.
Es decir, se habla mucho y poco hay de
cierto. Se dan muchas opiniones y hay escasez de verdad.
Y cabe preguntarse en qué postura
miles de autores apretujados en miles de textos, escribieron su
poesía. No cabe la menor duda que esta investigación llenaría
cientos y cientos de páginas.
Tengo claro que en mis tiempos
juveniles, poetas universitarios, poetas liceanos, transcribían sus
textos en hojas arrugadas de cuadernos ensebados. Estaban atraídos
y abstraídos y les importaban carajos las posturas. Miraban el cielo
eso sí, miraban escombros eso sí. Estaban atentos de la mierda que
caía al asfalto, de la miseria en poblaciones. Y muchos de ellos
quisieron alejarse del parnaso, quisieron volar independientes,
pernoctar en colchones apestosos de casas apestosas. Pero quisieron
salir del parnaso, aunque a la vuelta de la esquina, simplemente,
sucumbieron.
Escrito en 23 de diciembre de 2019.-
Yo despierto en la noche y permanezco largo tiempo en vela. En ese intervalo se me ocurre la poesía, que al ía siguiente paso a papel sentado simplemente ante mi escritorio. A menudo olvido lo que he memorizado, y se fue la poesía!
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