lunes, 23 de diciembre de 2013

Luisa Ayala: la pintura desde los ojos



Escribe Carlos Amador Marchant



Luisa Ayala es una de esas artistas que nacen para escapar de la urbe sin marginarla, sino para preservarla en un yo íntimo que va más allá de todo pensamiento.
Reencontrarse con su trabajo es retornar a imágenes que sólo la sensibilidad de los seres podrá reivindicar con la visión sana de la vida escondida tras la vida.
Estoy hablando de una artista que nace y se desarrolla tras las murallas de Bellas Artes, de aquellas escuelas que surgen en el mundo para intelectualizar el entorno que, por ser filosófico, nos retrotrae a los escondites que el ser humano a veces desecha y que a la larga hace prevalecer con la verdad absoluta.
Si bien la artista aprueba su maestría en los 80 transformándose más tarde en guía de nuevas generaciones, es al término de esta década cuando comienza a mostrar su creación más intrínseca, donde no sólo le atrae la transformación del arte con esquemas innovadores, sino la incorporación de la praxis como método fundamental.
Es una de las artistas nacidas en Valparaíso-Chile con más profundidad artística de la Generación del 80, situada en el lugar que ella eligió, el de una artista sin bullas, pero que ejecuta “el arte mediante la consecuencia”.
Estamos, al mismo tiempo, hablando de una pintora nacional que, ajena a galerías y enmarañada en un tiempo por algunos especialistas que poco tienen de tal, fueron situando el arte serio de Ayala Pinochet en algo confundido con la contingencia regional.
Nos hemos tomado la molestia de revisar algunos archivos, comentarios y expresiones sobre su arte y pocos coinciden con el quehacer y la búsqueda de la artista.
En la década del 90 participó en los talleres dictados por Alicia Díaz Rinaldi (argentina) y Jeffrey Sippel (Estados Unidos) realizados en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso y más tarde obtiene el primer premio del Cuarto Concurso Anual de Pintura de Viña del Mar. Este es el momento en que la artista se va repartiendo entre diversas actividades y reconocimientos tanto en Santiago, Valparaíso y sus alrededores. Exposiciones en el Instituto Cultural de Las Condes, Hotel O’Higgins de Viña del Mar, Hotel Galerías de Santiago, en la Galería 25 del Instituto Chileno de Cultura Hispánica, y comienza rápidamente a recibir estímulos como el concurso “Palestina vista por Chile”, “Pintando Quinteros”, “Valdivia y su río”, “Casa de la Cultura de Olmué”, en La Bienal de Pintura Premio Gunther, Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago y seleccionada en “The Fourth Internacional Bienal of Miniatura Arts Yugoslavia, entre otras.
El compromiso real de esta artista está relacionado con la existencia, con el hombre enmarañado en la tierra y el universo. Sus colores, sus trazos, motivados por el instinto y la búsqueda la acercan a nebulosas, a distancias desconocidas donde podemos ver seres sin rostros, con movimientos distintos a los normales y en donde casi siempre auscultan desde sitios lejanos. Son seres que están, pero que la artista se encarga de protegerlos en rincones como si fuera ella misma que transitan por caminos difusos sin saber que lo hacen.
La obra de Luisa Ayala Pinochet se inscribe en el grupo de los creadores que rompen esquemas establecidos, saliendo de lo tradicional, fabricando formatos con estructuras de letras, rompiendo la tela y cosiendo y adhiriendo materiales como la crea, la tierra, el cartón, los papeles. Nada escapa a las manos y a la mente de la artista. Se entrega a su búsqueda y lo hace como en silencio, casi poniéndose seria y a la vez como riendo de su entorno.
El color gris, el blanco y el meticuloso rojo, no es que la persigan, sino que se encuentran precisamente para establecer los espacios que Ayala Pinochet le ha proporcionado al hombre no sólo en su tráfago, sino en la existencia misma como un todo de tristezas y pensamientos profundos.
Vemos en esta artista una continuidad exquisita que escapa incluso de lo decorativo y sitúa sus obras en un pensamiento central: el hombre y la problemática de existir.
Se trata, por otro lado, de alguien que ha vivido observando a su país con sus obstáculos, con sus avances y destrucciones. Precisamente su producción de la década del 80 apunta a los colores grises como eje central de su tristeza dentro de una nación que sufría dictadura militar. Su técnica mixta incorpora materiales con destreza, donde nada queda fuera de una temática común en la artista: el sufrimiento del hombre dentro de la sociedad.
Al comienzo de nuestro siglo 21 vimos a Luisa Ayala Pinochet en las itinerancias del proyecto “De mar a cordillera” de la Universidad de Playa Ancha, mostrando sus creaciones junto a otros artistas de la Quinta Región de Chile. En la actualidad, empieza a dar forma a más de treinta bocetos que conformarán su nueva producción pictórica.

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"El mundo que hicimos, el mundo que queda por hacer, no tienen el mismo valor o significado. Se hilvanan distintos ojos. Pero la vida es una sola, conocida o no, y la acción de amarnos con chip reales, tendrá que ser prioridad de los nuevos tiempos."

Carlos Amador Marchant.-

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Aunque radico en Valparaíso desde 1995, siempre recuerdo este muelle de Iquique, el muelle de mi niñez.

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