Escribe Carlos Amador Marchant
Musicalizar poemas, tal vez, sea el
sueño de muchos quienes se dedican al arte del pensamiento profundo.
Pero, existe una pregunta que me sobresalta: ¿es bueno o es malo que
los poemas se musicalicen?. Otrora pensé en lo necesario de esta
decisión, fundamentalmente para masificar este arte, para hacerlo
penetrar a muchas casas del mundo. Hoy, en cambio, ya no pienso lo
mismo.
Si bien creo que la poesía debe estar
en las esferas masivas, el camino para llegar a esa meta no es la
musicalización de textos, porque: “no es lo mismo poner música a
un poema destacado y universal, a que un determinado poeta escriba
para que su poema sea acompañado por música”.
Hace muchos años, dialogando en
pasillos de la ex Universidad de Chile en el norte del país, junto a
otros poetas hacíamos alcance sobre la profundidad de la poesía,
por ejemplo, de Oscar Castro (Rancagua 1910-1947), y lo que pudo
haber sucedido si no hubiese muerto a temprana edad. Poesía de
campo, poesía profunda, táctil, para ser degustada en silencio,
entre aires de tardes sosegadas. Todos sabemos que Castro tuvo una
vida difícil y que terminó sus días golpeado por una tuberculosis
severa. Entre poesía, cuentos y novela, su obra fue ínfima, pero
bien trabajada. Al paso de años diversas instituciones buscaron
fórmulas para que los versos de este poeta fuesen difundidos como
corresponde. En este afán, el grupo folclórico “Los Cuatro de
Chile”, se sumergió a la tarea de entregar música a los poemas
del artista de Rancagua. Es cierto que hoy mucha gente identifica
dichas obras. También es cierto que el poeta pasó a nivel del
conocimiento masivo. Pero todo tiene su costo. Y este está
relacionado con la pérdida de la identidad creativa. Es decir, en
estos días, me sucede que al leer a Castro, es como si estuviera
escuchando a “Los Cuatro de Chile”, y lo peor es que no me puedo
sumergir en esa profundidad que antaño entregaba el bardo. Algo
similar ocurre al leer poemas musicalizados por Serrat, entre estos a
autores como Machado, Alberti, León Felipe, Miguel Hernández,
Galeano, por nombrar algunos de la casi veintena. No, después de
escuchar dichas musicalizaciones, imposible resulta reencontrarme con
la profundidad temática original que quiso exponer su real creador,
al intentar leerlo, nuevamente, sobre el formato libro.
No cabe dudas que la llamada
“Industria” de la música gana puntos y sobre todo dólares al
embarcarse en estos proyectos. Los autores literarios, en cambio,
muchos de ellos muertos, aumentan sus arcas, pero no sé si ganan
puntos.
Con
lo antes dicho no quiero repudiar a la música ni menos diluir esa
hermandad que siempre ha existido entre el arte musical y la
literatura. Muy por el contrario, estoy cierto que aquellos arreglos
están hechos con calidad y mucho profesionalismo. Son hermosos,
solo que no tienen el mismo sabor de una lectura a horas del alba o
de una tarde profunda. Algo así como el hueso del sabueso
lengüeteado durante todo el día hasta terminar exprimido y sin
sabor.
Estimado Carlos. Naturalmente son muchos los poetas musicalizados y particularmente la obra musicalizada por "Los Cuatro de Chile" más las voces de los hermanos Duvauchelle (Héctor y Humberto) reconocen al poeta en el título del álbum "Homenaje a Óscar Castro" con letra GRANDE. No sucede lo mismo y no se menciona en su artículo el álbum de Los Jaivas titulado "Alturas de Macchu Picchu" basada en textos del poeta Nobel Pablo Neruda. Hago esta mención puesto que en varias conversaciones con jóvenes y adultos consideran ridícula esta "aseveración" "mía". Puede ser tema para otro artículo. Mientras tanto puedo escuchar los versos del Poema 20 en la voz de Ginette Acevedo o Joan Manuel Serrat; el Poema 15 en la voz de Arturo Gatica, Víctor Jara o Mercedes Sosa. Podría ser un incentivo a la lectura, un estímulo para desempolvar los libros de las bibliotecas y redescubrir la obra tal como fue concebida...
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