miércoles, 18 de diciembre de 2013

CHILE..¿PAÍS DE MONOS? .



Escribe Carlos Amador Marchant

De dónde, de qué lugar, de qué aire podrán salir palabras originales que puedan anclar definitivamente en el alma de nuestros conciudadanos. Porque los “monismos” hoy por hoy están a la orden del día y en nuestras calles si te levantas a las seis de la mañana y caminas por avenidas o lugares de ferias tempranas, es mejor que tapes tus oídos o comprimas el cerebro para no percibir los fatídicos cosquilleos producto del asco de entorno.
Chile, sin duda, es un país con serios problemas de identidad. Esto mismo incide en el comportamiento diario de sus habitantes y en nunca saber quiénes somos sin antes mirar para el lado. Es decir, estamos hablando de un arbusto sin raíces “poderosas” que flota a la deriva en un río caudaloso. Falta querernos.
El escritor porteño Jaime Valdivieso en uno de sus ensayos que abordan esta temática afirma que “un ejemplo colectivo de esta falta de identidad nacional se manifiesta en un comportamiento individual sin carácter, sin fuertes rasgos propios, sin autoconfianza y credibilidad. Porque los chilenos cambiamos nuestro acento y vocabulario cuando pasamos unos años en otro país de habla castellana como España, Argentina, México o Cuba; y la misma facilidad y permeabilidad con que imitamos todo: desde ideologías, sistemas económicos, técnicas publicitarias en idioma inglés, hasta hábitos diarios (como no sentarse en un cine hasta no haber comprado un paquetón de maíz tostado como se hace en Estados Unidos)”.
Esta situación diaria se transforma en algo enfermizo y de ahí mi alusión anterior a “los cosquilleos producto del asco de entorno”. Y esto, para quienes son sensibles extremos, no es recomendable.
Recuerdo hace mucho tiempo, para poner algunos ejemplos que grafiquen los trastornos de nuestra personalidad, por la década del 80 en uno de los campus de la Universidad de Tarapacá (Arica), lugar donde trabajé, me percato que una secretaria del cuarto piso, es decir de rectoría (por no decir la secretaria del Rector), utilizaba bastante el adjetivo “obvio”. Y como tenía buena presencia y era simpática, esta afirmación para dar más claridad a los diálogos donde ella participaba, muy pronto fue bajando de pisos hasta establecerse en las bocas de otras de sus pares. El “obvio” corrió como el aceite y luego ancló en los labios de la juventud. Es más que probable que ella haya traído esa palabrita de otros sitios, tal vez en sus viajes a Santiago, al extranjero, no sé. Lo cierto es que alguien después lo alargó a “obviamente”. Y era tan espantoso escuchar a cada rato esta misma canción, que asfixiaba. La “moda” o “falta de carácter” se extendió por lo menos hasta dos años. Creo que ahora de nuevo comienza a aflorar. Espantoso.
Otro ejemplo tiene que ver con la juventud actual, aquéllos que en algún momento quieren desechar el idioma, transformarlo a su criterio, darle vida y autoría. Alguien comenzó eliminando el “por” por una “x”, y el “más” por un “+”.  Otros le imitaron rápidamente. En este momento es común ver en mensajes de celulares, en el chat, esta forma de oración: “envío muchos besos x este amor que te deposito + ahora que estás tan lejos”…
Por 1997, cuando frecuenté varias oficinas del Congreso Nacional a mi llegada a Valparaíso, comprobé (de nuevo las mujeres) que la secretaria de un parlamentario, joven, hermosa y de buen trato, al contestar el teléfono, en un tono de gracia extrema decía “bueno” al responder lo que le expresaban u ordenaban desde el otro extremo. Pero el adjetivo “bueno” lo usaba en reemplazo de un “perfecto”, “de acuerdo”, “entendido”. Muy pronto ese “bueno” fue saliendo de las gargantas femeninas con un dejo de simpatía y se extendió a “bueeeno?”, como despedida. Cuando me correspondió, semanas más tarde visitar otras oficinas públicas me di cuenta que muchas secretarias, por no decir todas, también utilizaban esa moda que al final culminó en fastidio. Los hombres imitaron.
El ex Presidente de la República Ricardo Lagos, en sus galas de buen orador, antes de ser elegido frecuentó en momentos especiales la muletilla “en consecuencia”. Demasiado pronto hasta el más insignificante trabajador administrativo, pasando por parlamentarios, ministros, también usaron esa expresión y algunos hasta la fecha la siguen usando: “Hemos hecho un trabajo reformista hasta la fecha "en consecuencia", debemos perseverar por estos rumbos”
Las jovencitas y por supuesto las secretarias que llevan la delantera, de un tiempo a esta parte dejaron de usar la frase “por favor” y la disminuyeron a “porfa”. Desde sus gargantas salían simpáticas expresiones como éstas: “¿puede venir a las seis de la tarde, ¿porfa?”. Y ya no era una sino miles las que comenzaron a usar la palabra hasta gastarla y cansar a los que la escucharon. Por estos días alguien quiso hacerle una innovación y el “porfa” fue cambiado por el “porfis” y ya son miles y miles de féminas que en vez de decir “por favor” lanzan y ametrallan con el “porfis” que ahora se pasea en las oficinas públicas y privadas. Le dicen al mayordomo: “¿puede traerme un café bien cargado ¿porfis?” Los hombres imitan.
No escapa a esto la forma de expresarse que tuvo Michelle Bachelet, porque fueron muchas las mujeres y algunas ministras que incluso replicaban hasta sus gestos.
En el mundo de la televisión chilena estuvo de moda “Casados con hijos” con los simpáticos personajes del Tito Larraín y la Quena. No fue ajeno ver en los colegios, en los mercados, en las tiendas, cómo las jovencitas imitaban a la Quena cuando hablaba, cuando gesticulaba, cuando se enojaba.
Hace un tiempo a algún morrocotudo se le ocurrió, al referirse al horario en que estaría llegando a cierta reunión, cambiar la frase “más o menos” por “tipín”. Y de inmediato en los más aciagos sitios de nuestro país se escuchó decir: “llegaré a esa reunión “tipín cinco de la tarde”. El “tipín” falleció por asfixia. Menos mal.
En labios de los parlamentarios, en ministros, en quienes ocupan cargos públicos, alguien, no sé quién, un día apareció diciendo, para contestar una pregunta complicada, la frase “a ver”. Pregunta: ¿usted cree que se solucionará el problema del transantiago?...el entrevistado arremete…”A ver..primero diré a usted…” Demasiado pronto, sin duda, ahora todos están con la muletilla penosa.
El problema es que Chile es un país sin identidad propia. Y esto  conlleva a todas estas trancas asfixiantes. El propio Jaime Valdivieso lo explica: “La identidad nacional respondería a una cultura nacional que debía ser construida y que se esperaba integrara los mejores elementos y tradiciones de las culturas étnicas existentes. Pero, por supuesto, este proceso no fue natural, espontáneo e ideológicamente neutral. Fue un proceso muy selectivo y excluyente, conducido desde arriba; decidió qué conservar y qué desechar, sin consultar a todos los participantes…”

COMENTARIOS:


Camila Lola dijo...
Hola Carlos, me llamo Lola, vivo en Mar del Plata, Argentina. Hace menos de un mes pasé una temporada en Iquique, Chile, luego de viajar también por Bolivia y Perú, conociendo, viviendo junto a algunos amigos que hace años que están allí, trabajando un poco y tratando de pensar algunas de esas cosas de las que hablás en tu texto sobre monismos.
Creo que es complejo hablar de identidad, más que nada pensando en que la ciudad que conocí está poblada -y creo que realmente en su mayoría- de gente que no es chilena, y también de chilenos que no son iquiqueños. Así sea complejo, voy a tratar de meterme un poco en tema. Los jóvenes que conocí son gente muy orgullosa de su país chileno, no sólo de su oferta laboral, de las posibilidades de crecimiento que ofrece la ciudad, sino también de esa identidad que ellos si encontraron allí, que yo también encontré. Graffitis, playa, surf, algo de trabajo, y de a poco, muchos de ellos están asentándose, haciendo familias, criando sus niños. Tampoco dejan de decir; ey wn komo estai, q acei, cachai? etc., etc., cosas que la verdad, hoy lejos de chile, me encanta repetir. Me encanta recordar el acento, los tips de cada uno, de esos que son uruguayos, argentinos, peruanos, chilenos, y están totalmente compenetrados con ese estilo de vida que no encontraron en otras ciudades, en otros países. Tal vez sea hora de pensar la identidad como algo multiforme, mixturado, super poblado del mundo, universal si se quiere. Hay algo en chile que apasiona, que hace querer volver, querer quedarse.
Por otro lado, ¿dónde se ha visto una cultura nacional costituída por los mejores elementos y tradiciones de sus culturas étnicas existentes? Y no hablo de Chile, sino de Latinoamérica en general. Nadie nunca ha consultado a los participantes; en Perú, los indios fueron subyugados por la cultura occidental hasta el día de hoy, en Argentina sólo recientemente se está reconociendo la fundamentalidad cultural que nos hubieran aportado las comunidades originarias, comunidades de toda nuestra tierra, que no tuvieron lugar, no pudieron ofrecer su voz. Ellos, como elemento cultural -si es que se les puede otorgar ese estatuto-, fueron relegados, hoy son convocados luego de su derrota, para ser "el mejor elemento"???. Hoy nosotros podríamos ser los mestizos culturales de Carlos Fuentes, ellos, todos. Atravezados por todos los lenguajes e idiomas que tenemos a nuestro alcance, por todas las tierras que podemos conocer y habitar, por los tips, que son moda y pasan, que son parte de nuestra identidad universal. A parte, el espanto, lo enfermizo, el asco, puede tratarse como algo subjetivo en relación a mi amor al acento, a la weada como dicen. Los jóvenes de hoy somos universales, como los jóvenes de siempre. No quisiera mirar un día hacia atrás y no ver esa nacionalidad deformada, esa identidad tan amplia que sentimos muchos! ¿Cómo plasmar una identidad colectiva si todos ellos son distintos? Aquí me pueden decir que el argentino es "el argentino" o cualquier pavada similar, pero estando allí, yo fuí chilote y me lo llevé conmigo.
Recomendado entre otros "El escritor argentino y la tradición" de JL Borges, para pensar nuestra identidad universal como escritores.
Saludos, Lola

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"El mundo que hicimos, el mundo que queda por hacer, no tienen el mismo valor o significado. Se hilvanan distintos ojos. Pero la vida es una sola, conocida o no, y la acción de amarnos con chip reales, tendrá que ser prioridad de los nuevos tiempos."

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Aunque radico en Valparaíso desde 1995, siempre recuerdo este muelle de Iquique, el muelle de mi niñez.

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