sábado, 8 de septiembre de 2018

BETTE DAVIS; NO SOLO OJOS




Escribe Carlos Amador Marchant

Mi afición al cine en etapa primaria no tuvo que ver con aquellos que se sientan a la mesa a contar historias de artistas, vidas, medidas corporales, no. Más bien tiene que ver con el muchacho que se sentaba en galerías (siguiendo las peripecias de un chico pobre) para deleitarse con el buen cine viniera del lugar que sea, para gozarlo.
Al paso de muchos años, me percaté que gustaba de películas en blanco y negro. Al comienzo no supe el por qué de esa preferencia. Luego entendí que desde ellas podía digerir mejor la exposición de la alegría, la exposición del sufrimiento. Curiosamente, el color me robaba esas sensaciones.
Entre innumerables filmes de la primera mitad del siglo 20, los protagonizados por Bette Davis, a quien ya identificaba por aquellos ojos terriblemente decidores, los mismos que, en la década del 80, dieron motivo para esa hermosa canción denominada “The Bette Davis eyes”, cantada por Kim Carnes, eran mis preferidos.
Davis, fallecida en 1989 de un cáncer a las mamas, no alcanzó a superar los 81 años. Junto a su muerte, tengo la firme impresión, perdimos el talento de una mujer entregada por entero al denominado Séptimo Arte.
¿Qué hubo en esos ojos,?, me consulté un día. Es la pregunta que muchos se hicieron. Puedo dar un solo argumento: hablaban. Si hubiese actuado en cine mudo, aquellos gestos, aquellos ojos, irían a la cabecera del lenguaje del silencio.
Esta mujer bajita, ágil, que hablaba con fuerza gallarda, siempre, o casi siempre, interpretó personajes perversos, de esos que terminamos odiando una vez culminado el filme.
Los artistas, sin duda, son buscados para personificar. Pero estos se encargan de aceptar, o no. Creo estar seguro que, ella, gozaba haciendo eso.
Pero, estamos en pleno siglo 21, más específicamente, en la primera veintena de este; y me inquieta el motivo de traerla a mi crónica. ¿Tendrá que ver con que me estoy haciendo viejo?. ¿Tiene que ver con el deseo de revivir lo que fue y ya no es?. Lo concreto es que Bette, nombre adoptado por la novela “La prima Bette” (1846) del escritor francés, Honoré de Balzac, y quien alcanzó a participar en cerca de cien rodajes recibiendo innumerables reconocimientos, era, de acuerdo a sus cercanos, la antítesis de sus personificaciones: terriblemente risueña, agradable, y defensora absoluta de la justicia.
Reviso fotos de la década del treinta del siglo 20 y quedo sordo, mudo, burbujeante. Era, fue, es, la mujer menudita, la mujer de ojos grandes, llamativos, pícaros. Y digo “es”, porque ella no ha muerto. Está en las películas de época, están sus manos estampadas en lugares de fama, está en entrevistas diversas, hablando. Es decir, tal vez nadie muere, tal vez la muerte sea solo una mentira. Ella, después de todo, es un ejemplo de lo que expreso.
Cualquiera que me lea podrá decir que hablo como un enamorado. Pero no. Más bien hablo con la fineza, con la entrañable “envidia” hacia quienes tuvieron la suerte de alternar con la Davis. Y, aunque está claro que “el sol se admira mejor de lejos”, sigo hurgueteando archivos, los diversos programas de la cibernética, a ver si me encuentro con más películas de esta mujer de no más de un metro sesenta, pero cuya estatura fue tan grande que alcanzó altas montañas, las, incluso, jamás escaladas.
Fíjense ustedes que al repasar “La Loba”, estrenada en 1941, filme que tomo como referente, grafico a una Davis, siempre perdedora. Si bien es cierto hay “maldades ganadoras”, en este caso ella personificaba la maldad ingenua, aquella que culminaba víctima de sus propias y estrafalarias felonías.
En “Los ojos de Bette Davis”, canción que suena ya como un clásico y que acompaña cuando camino por avenidas, están los sabores y los aromas de esa época dorada del cine, de aquel cine en blanco y negro, donde se trabajaba y se transpiraba. Y me dejo llevar por su ritmo y entorno, besando un pasado que logra, a la larga, ser presente, y viceversa.





2 comentarios:

  1. Amo a esta mujer indomable, auténtica, singular. Gracias por traerla a la memoria cercana, de un domingo lleno de presagios inquietantes.

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  2. Excelente relato sobre la Davis, la extraordinaria actriz que impregnaba de un carácter de mucha fuerza a sus personajes...

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"El mundo que hicimos, el mundo que queda por hacer, no tienen el mismo valor o significado. Se hilvanan distintos ojos. Pero la vida es una sola, conocida o no, y la acción de amarnos con chip reales, tendrá que ser prioridad de los nuevos tiempos."

Carlos Amador Marchant.-

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Aunque radico en Valparaíso desde 1995, siempre recuerdo este muelle de Iquique, el muelle de mi niñez.

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