Se piensa que al paso del tiempo vamos cambiando nuestras ideas, nuestras formas de vida. Y lo que vimos ayer con alegría hoy lo observamos con vehemencia. Puede que haya mucho de verdad en esto, sólo que al comentar sobre Valparaíso y su extrema bohemia, me quedo corto en expresiones negativas. No quiero hablar de la noche en el puerto, porque es de imaginar lo que se hace para luego quedar plasmada tanta mierda al día siguiente. Por lo tanto me centraré en la mañana, en esa mañana de las 07.00 a.m.. ¿Qué ves a esa hora en pleno centro de la ciudad?: muchachos bailando, pero no sólo bailando, sino meando como perros, botellas de alcohol de todas las marcas tiradas en el suelo, gritos, garabatos. Es decir, se adueñan de las calles. Lo peor es que esto se produce en pleno centro, a pasos de la Intendencia Regional, a centímetros, en la plazuela Aníbal Pinto. Ni hablar de la subida Cumming , donde se logran ver borrachos tirados en aceras, más botellas, desperdicios, vómitos, mierda viva, hedor, en fin. La calle Bellavista con Errázuriz, donde existe un semáforo que da preferencia varios minutos a los vehículos y unos (miserables) segundos a los centenares de peatones que vienen bajando de los trenes y que nadie corrige, es una calle donde ya no se puede transitar por la hediondez a meado. Son pozas interminables. Este sitio es el meadero del puerto. ¿Pero qué ocurre con la gente?. La verdad es que no es culpa del puerto, es culpa de "cierta gente". Alguien dijo que esta bahía era el lugar de la bohemia, donde todo se permitía y se creyeron el cuento. Pero la verdad es que Valparaíso, es decir, su "otra gente", sus pobladores, quienes trabajan diariamente, aquéllos que sudan la gota, están cansados de tanto abuso.
Escrito por Carlos Amador Marchant, el 23 de septiembre de 2016.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Entrega tu comentario con objetividad y respeto.