El 13 de octubre de
2016 muy temprano (8 de la mañana) se dio a conocer y se otorgó el
Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan. Este hombre nacido en
Minnesota, Estados
Unidos,
en
1941,
lo
hizo todo desde la década del 60 del siglo 20, en la música.
Ha ganado, además, los más influyentes
premios mundiales. Pero, reitero, ¿Qué hizo para merecer este
galardón?. Es respetado, sin duda,
por el contenido de sus canciones, y su voz. Se le reconoce valentía
en momentos complicados de la llamada guerra fría.
Podríamos
hablar páginas y páginas por cien sobre este compositor, pero eso,
por cierto, lo
están haciendo otros a lo largo y ancho del mundo. Lo
concreto es que para millones de personas que viven sobre este globo
terráqueo, sorprendió la noticia. De estos millones y millones de
seres hay una buena cantidad que vibra. Otros, en cambio, lanzan
diatribas en redes sociales, y lo hacen con convicción y hasta con
enojo ciego que entra por ojos y sale.
Los
enojados se hacen la siguiente pregunta: ¿Por qué un compositor, un
cantautor, pasa por encima de una cantidad impresionante de
escritores de renombres?. Y no logran condensar una respuesta que
derrumbe la figura real de que “El
Nobel se está chacreando”.
De
algo no podemos estar ajenos: “a partir de hoy comienzan a venderse
nuevamente, por billones, los discos de Dylan.
¿Hay intereses creados, económicos,
políticos, en esta designación?.
Los
más conspicuos, no todos, pero muchos, también en el orbe, arden de
ira. Arden, como Roma. Yo pido tranquilidad, pido mesura, pido
caminar por orilla de océano para despejar tensiones.
Observo sesgo por parte de muchos
escritores, de quienes lo son y de quienes dicen serlos. Y aunque
pienso que Dylan es muy respetado y merecidamente, también, sin
hacerme partícipe de ninguna polémica, pienso que al Nobel se le
debió agregar un acápite: “Premio
Nobel de Literatura Mención Creación Musical”. Habría sido más
inédito y no tan a cortapiés.
Finalmente
la exagerada polémica sobre este galardón, los dichos venenosos y
hasta asesinos contra el artista, me han llevado a pensar en la
vanidad de quienes ejercen el oficio de escribir. Han situado a los
Nobel como verdaderos semi dioses. Y en este mundo todos somos
humanos comunes y silvestres. Y todos mueren y se pudren en las
huesas.
*Reflexión escrita por Carlos Amador Marchant, en 13 de octubre de 2016-Valparaíso-Chile.*
No hay confianza con el grupo que elige el premio nobel. Se termina aqui la verdadera votación y valoración para escritores con un historial de libros publicados. Dylan merece que le den el premio en música no en este gremio. Hasta aqui ha llegado los tentáculos el poder de corrusión que ha invadido todos los ambitos culturales. Qué pena. No se sorprendan si el próximo año el premio se le otorga a la novela o música urbana. Ya nada sorprende con los nuevos divas/os de la farandula. El nuevo concepto que se oye ahora es un genio, un talento.
ResponderEliminarHe leído mucho de lo que apuntas y a mucho puntero literario asustado y asustador. Me animo a comentar aquí por sentir tus letras como un buen vino al lado de un amigo en un hogar y perro labrador, que siempre me gustaron, entre mis manos y su pelo; no así siento el facebook y otras síntesis tan eclécticas de diseño. A mí, en lo particular, no me causa ningún respeto el Nobel, en cualquiera de sus acepciones, principalmente por el criterio de tan dudosa honestidad. Debo decir que el Nobel de la Paz a Obama me rompió la cabeza y cualquier deje de respeto. Ahora bien, debo reconocer la trascendencia popular que tiene. No creo que al Sr. Dylan le vaya a cambiar la vida unos millones más o menos de discos vendidos y si existió un Bukowsky, bien debe existir un Dylan. En lo particular amo su historia y mucho más sus letras que su música y grandes dosis de simpatía me causó siempre su actitud. Que capaz no sea un gran criterio, pero por eso, seguramente y por mucho más, no recae en mí tamaña responsabilidad. No veo invasión, sino mestizaje, que por mucha resistencia que haya es a lo que deviene el arte y la sociedad, sumando -en mi opinión- matices muy interesantes. Hay quien considera el slam como el sacrilegio de la poesía y hay quien no soporta a un Quintero, amo ambos y a ambos. Esta amplitud no es muy rigurosa desde la exactitud pero me permite una cómoda aceptación de la evolución y los tiempos. Le mando un abrazo, es un placer leerlo. Mary Nikzar
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