Escribe Carlos
Amador Marchant
Los
poetas se encuentran en cualquier sitio de esta u otras generaciones.
Hay algunos que son parte de ellas y otros que aparecen de la noche a
la mañana y, por consiguiente, no son situados, ordenadamente, en
estos grupos. Lo cierto es que los poetas vienen a este mundo a
pensar, y lo hacen desde la calle. Pero también compiten. Se hacen
de espacios en la ciudad, en cafetines, discuten de esto y lo otro y
en ocasiones, en muchas, se insultan y terminan odiándose entre
pares.
La
vida de la calle y la sociedad se tornan injustas con los poetas.
Pero lo cierto es que estamos en un mundo injusto, nos desarrollamos
con reglas y leyes que no nos acomodan.
En
mi paso por distintas ciudades de Chile, son muchos los hombres que
han elegido este camino. No sé si decir “elegir” o venían con
este envase. En sus casas, de acuerdo a muchos testimonios, se les
dijo, se les replicó que desistieran de esta idea “bestial-inhumana”
de seguir escribiendo poesía. Pero no hicieron caso. La expresión:
“vivirás en la pobreza” está en todos los poetas y la acuñan
como golpe al mentón desde tiempos juveniles.
Por
otra parte entrar al parnaso de élite no es cosa fácil. Me refiero
a esos encuentros, por ejemplo, donde dialogaban Borges-Octavio Paz o
el propio Alvaro Elizondo, los tres fallecidos, y en donde usaban
temáticas profundas y al mismo tiempo convexas como tiempo, palabra
en el más estricto rigor de pasado, presente, futuro y donde el
hombre en su fragilidad de búsqueda de eternidad cae, simplemente,
fulminado. Entrar a este grupo sin ser un pariguayo no es cosa fácil.
Hay que estar muy preparado. Pero pongo este ejemplo como uno entre
miles.
Neruda,
por su parte, trató de ser lo menos elitista en su imagen externa.
Se adelantó a los “pelambres” y se autocatalogó antes que lo
señalaran con el dedo. De hecho causa sorpresa la cantidad de
misivas recibidas tras el otorgamiento del Nobel de Literatura, donde
más allá de partidos políticos felicitándolo, la masa en general,
también recibió cartas de hampones y ladrones comunes desde las
cárceles de la época. Él, fehaciente, se adentró en temas más
terrenales. La admiración fue total.
Pero
no es agradable ver semblantes de poetas en contradicciones. Hay aquí
un tema (fuerte tema) de ego. Los escritores se preparan, sin duda,
para entrar a la arena. Hay un coliseo que los observa, que grita,
que guarda silencio, al menor o mayor ruido de ridiculez. Hay quienes
leen hasta altas horas de amanecidas, comen poco, no les interesa el
vestuario, parecen alimentarse de letras, de ojeras, de trasnoches.
Hay que tener mucho cuidado con las palabras: el poeta escucha,
observa, no mueve, a veces un dedo, pero observa, guarda profundos
silencios, y critica.
En
tiempos de mi adolescencia le preguntaba a Oliver Welden, poeta
radicado en España, en los pasillos de la ex Universidad de Chile en
Arica: ¿Qué es un poeta?. Y él me respondía: “Un disconforme”,
graficando visión más de mundo, de tierra, de caminos. Por cierto
hoy por hoy hay millones de éstos, salen de cualquier lado. Pero no
son todos. En el mundo actual pareciera que quien publica un libro de
versos es poeta. Y hay millones de libros que se editan diariamente.
El
escritor-pintor Adolfo Couve, antes de suicidarse en Cartagena
(Chile) en el año 1998, dio a conocer en entrevista su admiración a
ellos, a quienes consideró seres inteligentes y no se imaginó el yo
interno de éstos frente a una concepción llena de conflictos. En la
ocasión Couve señaló que ciertos artistas son elegidos por seres
superiores: “Los eligen, saben que éstos son vulnerables al dolor,
al sufrimiento intrínseco”.
Pero
los poetas, como todo proceso de vida, compiten y se agreden. Son
repetidas y hasta aburridas las citas de pleitos entre Neruda, De
Rokha y Huidobro. ¿Quién escribía mejor? Era la pregunta del
momento. ¿estarán conversando este mismo tema en la otra vida?.
Jorge Luis Borges, por otra parte, en más de una ocasión pidió en
sus entrevistas no le citaran a poetas vivos. Sólo se permitía
hablar de los que ya habían fallecido.
La
vanidad de muchos es llevada en las solapas del día. Cuando se
reúnen en cafetines, en bares, se observan, se olfatean, ríen, pero
tratan de no rasguñarse. Parecen leones mansos mientras nada ocurra
a su alrededor, pero siempre están al acecho. Ni se le ocurra a
alguien hablar mal de algún poeta que cuenta con la admiración de
todos los contertulios. Es mejor que escape.
El
poeta Renán Ponce, de creación más local, proveniente de Quebrada
Alvarado, dos años antes de fallecer en 2016, estuvo un mes
compartiendo la casa. Entre las innumerables anécdotas de campos y
huasos, siempre manifestó un alejamiento e ira hacia un poeta. Hasta
el momento de su muerte no pudo perdonarlo. Ponce, alcanzó a editar
seis libros y tenía predilección por hablar en primera persona. Era
auto referente. Fueron pasando los años, y si bien la poesía de
Ponce no es mala, siempre discurseaba los mismos temas: lejanas
personas que había conocido y que hablaron bien de él, menciones en
algunos concursos, etc. Tuvo la mala suerte de conocer al también
fallecido Aristóteles España (1955-2011) de una mayor trayectoria,
y ahí quedó la escoba.
Se
reunieron en un café de La Serena después de una Feria del Libro.
España ofuscado por la forma de ser de Ponce, le gritó con
vozarrón: “De qué hablas tú, si a ti no te conoce nadie”. El
poeta de Quebrada Alvarado, quien al margen de su metro noventa de
estatura, guardaba mucho de humildad, se levantó de la mesa y se
alejó sin decir palabras. Eso no se lo perdonó jamás. Como
Aristóteles España murió cinco años antes, al enterarse del
fallecimiento guardó silencio, absoluto.
Y
la poesía sigue su curso. Si bien hoy se está incorporando la
publicación digital y el papel se pierde en la selva, los poetas
siguen naciendo como un cuento del nunca acabar. Bares y cafetines en
Valparaíso, se repletan de estudiantes universitarios que más allá
de hablar de temas de la universidad, se vinculan con artistas de la
palabra. Quienes pasaron el medio siglo de vida y pensaron que
después de ellos moriría la poesía; no imaginaron jamás que
nóveles escritores aparecían y saltaban como pulgas en corrales
terriblemente poblados.
Escrito en
13 de mayo de 2017.-
Rosa Emilia Del Pilar Alcayaga :
ResponderEliminarEstimado amigo: junto con saludarte, a propósito de tu escrito, en mi modesta opinión creo que la poesía tiene que tomar en serio aquello de nuestro encierro en ciertas normas canonizadas y que bajar del Olimpo significa algo más que un simple escribir distinto, que bajar a la calle como decía José Emilio Pacheco: "en las ciudades hisoanoamericanas quienes en los sesenta tuvimos de 20 a 30 años de edad aspiramos a otra poesía y a una actitud distinta, más próxima al transeúnte de las calles citadinas que al bardo y al chamán". Y hay un poema de Pacheco que siempre leo: "A quien pueda interesar". Que dice así:
Otros hagan aún el gran poema
los libros unitarios, las rotundas
obras que sean espejo de armonía.
A mí solo me importa el testimonio
del momento inasible, las palabras
que dicta en su fluir el tiempo en vuelo.
La poesía anhelada es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida.
Y acá solo un fragmento del poema de Pacheco
"Disertación sobre la consonancia"
... lo mejor que se ha escrito en el medio siglo último
poco tiene en común con La Poesía, llamada así
por académicos y preceptistas de otro tiempo.
Entonces debe plantearse a la asamblea una redefinición
que amplíe los límites (si aún existen límites)
algún vocablo menos frecuentado por el invencible desafío de los clásicos.
Un nombre, cualquier término (se aceptan sugerencias)
que evite sorpresas y cóleras de quienes
-tan razonablemente- leen un poema y dicen:
"Esto ya no es poesía".
Y porque haberse sentido como dioses, una copia de las corrientes significativas en Europa que corresponde al período de la poesía moderna desde el romanticismo hasta las vanguardias, nos separaba de la gente, era un sentirse superior y que colocaba a la poesía en un espacio llamado "elevado", construyendo un texto hermético y solo para los elegidos o para darle trabajo a un ejército de académicos que decían descifrar esos símbolos y que la gente común y corriente no entendía, entre la gente solo logró gustar un cierto romanticismo pobre y degradado. Eran los tiempos con la Ilustración del sumun de la nueva sociedad individualista: sociedad que hizo a un lado a sus creadores, nacen los malditos, y si bien los principales representantes del movimiento romántico se dieron cuenta que el ascenso de la burguesía al poder nos llevaba al despeñadero, se refugiaron en un espacio elitista separados del mundo aunque siempre atentos, imposibilitados de influir porque fueron despreciados por la burguesía en ascenso.
Hoy tenemos que pensar en que la poesía no se lee. No se entiende. Y bajar del Olimpo encierra algo más allá de lo que siquiera pensó Parra. Un Parra que para mí no logra dar ese salto más allá de sus juegos pirotécnicos. No solo Parra levantaba su voz en el continente. Y eran distintas las formas de entenderlo.
Bueno amigo son aspectos que me preocupan con respecto a la poesía. Un poco disperso. Pero algo así como lluvia de ideas.
Motivada por lo que tú enuncias en este texto que nos envías.
Un abrazo
rosa
El 14 de mayo de 2017, 11:07,
Gracias, por tu mail interesante texto, estaré atenta a siguentes publicaciones saludos
ResponderEliminarGracias por tan interesante texto Carlos Amador. Me encantan tus puntos de vista y este es un tema muy interesante, parece ser que siempre ha habido malas aguas entre las personas que escriben ya sea la mal llamada élite y los grupos a todo nivel, se continúa detectectando tanto esta epidemia en nuestro país, la competitividad a lo mejor trae estos males o el marketing o simplemente el ser humanno y la falta de comunidad, humildad y otros valores ya no existentes. Me equivoco?
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