domingo, 16 de febrero de 2020

ESTALLIDO SOCIAL CON CARA DE TSUNAMIS







Escribe Carlos Amador Marchant

El “Estallido Social” en Chile, se grafica como una ola que golpeó la costa, que se replegó, y luego reapareció con la fuerza de los tsunamis más fornidos. No hace falta entregar estadísticas, cifras de lesionados, muertes, torturas, violaciones, porque todo o casi todo está, en este mundo de redes y cibernética, a la luz del día.
La fecha “18 de octubre de 2019”, eso sí, quedará en la memoria colectiva como el día de inicio de efervescencia humana y, por otra parte, de pérdida total del “miedo” hacia los represores que, por décadas y siglos, han pisoteado, por cierto, al humilde, al mestizo, en este país largo y flaco.
El chileno, dentro de una nación castrada, por ende, de raíces, y en donde los gobernantes desde el tiempo de la colonia usaron la palabra “marginación” como símbolo perenne de poder, fueron, no cabe la menor duda, acumulando rabia y odio, hasta hacerlo estallar en la fecha señalada de este siglo 21.
La mejor imagen de esto es una “olla marmicoc en estado de completa ebullición que explota de un momento a otro dejando secuelas severas en las paredes de una casa”.
La gente de este país llamado Chile, atrofiada en maraña de historias, la mayor de las veces acomodadas a circunstancias de poderes, ha sido, desde el espacio de los gobernados, aguantadora extrema.
¿De qué hablamos?. Pues de eso, de una nación que sufrió (sufre) segregaciones, usurpaciones territoriales, y siete constituciones después de la llamada “Patria Nueva”, todas realizadas, sin duda, entre cuatro paredes. Siendo de esa forma, podemos decir que desde dos siglos y un poco más, somos guiados por lo ilegítimo. Porque ¿Cómo puede ser que a un ciudadano se le pida votar sin deliberar?. Más aún, ¿cómo es que una persona vote y no tenga opción de controlar las acciones del diputado, senador o Presidente de la República?.
¿Cómo se explica que los miembros de una nación jamás sepan, por ejemplo, cuáles serán los textos que educarán a sus hijos?.
En otras palabras, la llamada “República”, acostumbró a establecer un mandato similar a como quien guía a un rebaño.
Frente a este escenario, no solo nos hemos acostumbrado al engaño, sino que hemos convivido con él como alimento diario. Por siglos las castas se fueron produciendo y reproduciendo; políticos y reparticiones del Estado han hecho un trabajo mancomunado y de protección fehaciente hacia los más ricos. ¿Hay formas de terminar con este desacato al oprimido?. ¿Es posible que la opresión sea eterna?.
No cabe duda que el opresor ha tomado precauciones. Pruebas de esto es que ideó un modo de mentir poderoso, mediante el monopolio de los medios de comunicación. Creó, además, fuerzas armadas proclives al sistema, y otras fuerzas llamadas del “orden” con hombres cuyas actitudes son matonescas y delincuenciales.
Las repeticiones de engaños donde la tecnocracia se estableció como base o costumbre de poder, hacen no solo pensar, sino que afirmar que todo lo que los políticos en Chile pacten no tiene validez. Primero, porque la casta política, al paso de mucho tiempo, terminó desprestigiada y no creíble, y segundo, porque como dijimos anteriormente, las constituciones imperantes son, simplemente, ilegítimas.
Si bien pareciera que esta crónica está siendo redactada por un nihilista, lo cierto es que los hechos y en el estado que se encuentra nuestra ciudadanía por culpa del propio sistema avasallador, no hacen más que confirmar este extremo de pensamientos.
Falta preguntarme si este país desraizado con emblemas inventados impuestos con represión a perpetuidad sobre aborígenes y mestizos, seguirá por siempre repitiendo los términos “ jugaremos en su cancha, pero con nuestras reglas” o “es mejor luchar desde dentro del sistema que desde fuera”. Porque, la verdad, estas frases me saben a repetición de otras épocas fracasadas y que, a la larga, costaron muchas vidas y, por ende, un recrudecimiento de la pobreza en la gente.
¿Que habrá que hacer, entonces?. Lo concreto es que el sistema económico tocó techo. No solo por el grave deterioro social, sino de recursos y contaminación planetaria. La gran oportunidad de revertir esto corresponderá, de verdad, a las nuevas generaciones, las mismas que están en las calles desde el 18 de octubre de 2019. Pero esta deberá ser con inteligencia, estrategia y audacia. Porque, lo cierto, es que Chile agoniza. Vemos un territorio sin agua por robos perpetrados por el poder y una sequedad que abruma. Vemos contaminaciones por doquier, endeudamientos, cesantía, ancianos que reciben miserables pensiones. En otras palabras, estamos viviendo una etapa final, una histórica etapa final que podrá quedar en los anales de la nación. Y de eso, los agradecidos serán la gente, la tierra, la fauna y la naturaleza toda.


Escrito en 17 de febrero de 2020.-

2 comentarios:

  1. Excelente análisis... concreto, real y sin tremendismos. Gracias Carlos.

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  2. ¡Excelente análisis! Todo muy claro y Real.Cariños

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"El mundo que hicimos, el mundo que queda por hacer, no tienen el mismo valor o significado. Se hilvanan distintos ojos. Pero la vida es una sola, conocida o no, y la acción de amarnos con chip reales, tendrá que ser prioridad de los nuevos tiempos."

Carlos Amador Marchant.-

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Aunque radico en Valparaíso desde 1995, siempre recuerdo este muelle de Iquique, el muelle de mi niñez.

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