Entenderán ustedes que en los vagones de trenes ocurre de todo en cuanto a diálogos. Las conversaciones por celular, sin duda, se captan completitas. Te enteras hasta de transacciones. Junto a éstas y otras cosas, me llamó profundamente la atención (ayer) el diálogo entre un recitador campesino (de Quebrada Alvarado, Quinta Región de Chile ), su mujer y un cantor de boleros. Iban los tres sentados con sus guitarras próximos a salir a escena (el escenario es el interior del tren, por cierto). El recitador y su mujer son dos campesinos de avanzada edad. Él habla muy fuerte (su mujer siempre lo está haciendo callar por hostigoso) y es muy místico y chispeante cuando declama. De un momento a otro (comprendiendo que el hablar campesino me agrada mucho) el cantor de boleros regala al recitador un racimo de uvas. Este último agradece con voz poderosa, pero una uva cae al suelo. Observen el diálogo: "Viejita (le dice el campesino a su mujer), dame la uva que se cayó. No (le responde ella), está sucia. Hay que botarla. Entonces él la queda mirando y con voz pícara y salida de la tierra, le expresa: "Deja, vieja, yo la limpio con las manos, ...¡el estómago no tiene ojos, vieja!!!..."
Escrito por Carlos Amador Marchant,en 30 de abril de 2016, en Valparaíso.-
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