Juan
Cameron es uno de esos poetas que siempre están en todas las
manifestaciones que otorga la vida. Hombre nacido en Valparaíso en
1947 y que justamente ayer (sábado 28 de enero de 2017) cumplió sus
70 años. La misma nada para un hombre jovial y que irradia la vida
en plenitud, aunque no deja de criticar lo que está mal. Y quiso
estar con sus amigos cercanos (que son miles), pero que, en momentos
como estos, por espacios, se hace (se hacía) complicado invitar a
todos. Más bien se podría decir que fue una reunión pasiva,
familiar, de diálogos, de reflexiones, donde por supuesto la risa
nunca estuvo ausente.
Más
de una treintena de obras publicadas a lo largo-ancho-angosto de
Chile y el orbe, sin dejar de mencionar una cantidad de premios que
hacen imposible nombrarlos a todos, lo sitúa, por supuesto, como
quien ama, de verdad, este asunto de escribir. Y lo hizo (lo hace)
con placer del que nació, irrefutable, para esto.
Por esta y por cientos de otras razones, quienes estuvimos allí nos
alegramos de haber podido estrechar la mano del poeta, de ver su casa
de la Avenida Alemania, aquella que inauguramos en sus momentos de
tijerales. Nos alegramos de observar su amplia biblioteca, los
rincones por donde circulaba su mascota, el perro famoso, el ya
desparecido Brosky.
Cameron
es la imagen del puerto de Valparaíso. No cabe duda. Todos o casi
todos los días lo vemos caminar por las calles céntricas. Casi
siempre corriendo, haciendo cosas. También lo podemos ubicar en
algún café. Con Virginia, su mujer, lo observamos unir la
literatura y el grabado en diversas publicaciones.
Está
todo allí, en esa Avenida Alemania, la misma que ha dejado tantos
recuerdos. Hace cerca de tres lustros, junto a otros artistas amigos,
participamos en el traslado de enseres al domicilio actual. Veo bajar
por aquella ladera muebles, el computador del poeta, y un cuanto hay.
Y fue una labor hermosa. Eran otros tiempos. Pero ahora está todo
establecido. Ahora está el tiempo y su actualidad.
Entonces
los 70 años había que celebrarlos. Había que recordarlos. Aunque
los poetas no tienen edades. Son atemporales.
Y
allí estuvimos. Y allá estaremos cuando la voz y la vida nos
demande.
Escrito
por Carlos Amador Marchant, en 29 de enero de 2017-Valparaíso.
Hermosa,emocionante y conmovedora crónica. Felicitaciones Carlos Amador. Saludos y un abrazo
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