EL SALITRE ES MÁS QUE UNA TELENOVELA
de Revista Liberación, de junio del año 2001
Escribe: Juan
Cameron
J.C.:
“Carlos Amador Marchant se instaló hace años en Valparaíso.
Conocido por su actividad literaria en Arica e Iquique, guardó un
largo silencio hasta publicar, en 1999, Alone Again. Después de este
poemario ha desarrollado un par de novelas que se refieren a su zona,
la pobreza y las huellas históricas del salitre y del movimiento
obrero”.
“Mi
madre también nació en Valparaíso, en una oficina llamada
Valparaíso”, dice con ironía el escritor Carlos Amador Marchant.
Es una salitrera , como muchas en el norte que al paso de los años
fueron desapareciendo. Está situada al interior del pueblo de Huara.
Hoy en día Valparaíso son solamente montículos sin ningún rastro
de vida.
Huara
era el centro comercial para varias salitreras. En este momento se
conserva; lo han restaurado y todavía hay mucha gente que sigue en
ese lugar. Aunque la mayoría de quienes trabajaron las minas están
viviendo en Iquique; esas personas han dejado su legado a sus hijos y
esos hijos a otros hijos. Y en Iquique se mantienen asociaciones muy
poderosas de ex salitreros donde está toda la historia.
Estuve
en Humberstone en dos oportunidades. Es un pueblo que tiene una
particularidad: la mayoría de sus casas están hechas con calaminas.
Eso le da una significación muy especial. Humberstone está
despoblado. Un poco más allá se encuentra Santa Laura, que es
Patrimonio Nacional. Humberstone adoptó ese nombre por uno de los
ingleses que, al igual que muchos, tuvieron poderío. Y
simbólicamente, en pleno desierto, hay una especie de monolito,
también de calamina, que simboliza la muerte de esa oficina y de
ellos mismos. Porque muchos ingleses no quisieron regresar a su
tierra y dejaron sus huesos en la pampa. Sin embargo, construyeron
sus casas en Iquique, como es el caso de la calle Baquedano -también
hoy Patrimonio Nacional- casas construidas en madera, como la ex
Intendencia hasta la década del 70; madera que no se ha desgastado
con el paso del tiempo.
Marchant
no está conforme con la telenovela Pampa Ilusión. He visto muy poco
de la telenovela aquella, dice. Me parece un trabajo recreado con
temas o con antecedentes de estos pueblos. En todo caso, una muy
precaria recreación respecto a la vida del salitre. Al verla se
imagina cosas muy pomposas de la gente que tenía dinero; en realidad
fue mucho más complicado. Yo creo que una visión más global la dan
algunos escritores; como es el caso de Hernán Rivera Letelier; o
como el caso de algunos surgidos de la zona y que logran con algunos
antecedentes plasmar la realidad concreta de lo que se vivió allí.
La
vida de los salitreros fue muy difícil. El obrero vivía en
condiciones muy precarias, sin acceso al dinero, sin acceso a los
grandes lugares donde iban los patrones, y no podían ir de un pueblo
a otro; porque ellos solamente tenían acceso a fichas. La vida del
salitrero fue muy complicada y, creo, todavía no se ha hecho un
trabajo minucioso al respecto. Se trata solamente de recreaciones que
salen en este momento, producto de cuanto se ha hecho en literatura.
Hay
que ser enfático, recalca Marchant; Antofagasta e Iquique, Arica y
Pisagua, pertenecían a Perú por un lado y a Bolivia por otro.
Entonces, para la explotación del salitre, sin duda a los grandes
capitales ingleses no les satisfacía el trabajo de los habitantes
(tampoco el tema de impuestos). Y se llega a la famosa inventada
Guerra del Pacífico, lo que permite a Chile recorrer y apoderarse de
todos estos territorios e, incluso, someter a Bolivia hacia los
sectores altiplánicos. Y con gente contratada, con mano de obra
chilena, se llega a una explotación del salitre más óptima para
“ellos”; se trabaja con campesinado chileno.
Esto
produce el nacimiento de movimientos obreros. Porque realmente los
trabajadores que llegaban a la pampa -los llamados enganchados-
venían engañados por una especie de fiebre del oro californiano; y
se encontraban con todo lo contrario, la pampa, absolutamente
desierta, donde la miseria y la escasez de agua eran terribles. Toda
esa gente del sur crea una nueva generación de hombres, los famosos
pampinos. Y son aquéllos quienes, en 1907, se sublevan en una de las
primeras manifestaciones, la cual desemboca en la conocida Matanza de
la Escuela Santa María.
Yo
estudié en la Escuela Santa María. Comencé la primaria en 1961 y
durante seis años conozco todo el reducto. Los profesores nunca
hablaban del tema. Pero cuando lo hacían lo hablaban en términos
muy literarios; hablaban de las penaduras. Porque, claro, penaban;
uno escuchaba esas cosas. Es una de las grandes historias en la
historia del salitre. Tal vez Hernán Rivera Letelier podría
escribir sobre ella, como lo prometió en la última Feria del Libro
de Viña del Mar. Hasta la fecha la gran novela la ha hecho Volodia
Teiltelboim con su libro “Hijo del Salitre”. En ésta logra
recrear todo el proceso de la bajada de los pampinos hacia Iquique,
atravesando el Cerro El dragón, que es un cerro de pura arena, para
desembocar en la Avenida Balmaceda, desde donde son trasladados a la
Escuela con las consecuencias por todos conocidas.
En
relación a su propio trabajo, una novela en vías de editar y otra
en construcción, el poeta y narrador nortino aclara: estoy dedicado
a una novelística que no tiene nada que ver con la Pampa , pero sí
con las vivencias históricas para Chile, independiente de que
Iquique haya sido peruano. Porque ahí sucedieron muchas cosas.
Iquique, el puerto, mediante los nexos con el puerto más importante
de Chile, Valparaíso en este caso, anexaba su producto con el mundo.
Es decir, Iquique y Valparaíso están históricamente ligados por el
tema del salitre.
Lo
mío se refiere a hechos posteriores, desde 1950 en adelante.
A
ese Iquique que fue por media hora la capital de Chile, que mantuvo
económicamente al país.
Me
interesa Iquique como puerto principal, capital de Chile, pero en
decadencia; cuando el salitre sintético se fabrica en Alemania y la
ciudad empieza a vivir de las pesquerías; y la pestilencia llega a
todas las casas junto con la pobreza y las banderas negras. En ese
tiempo, la década del 60, el pago de Chile significó que Iquique
viviera la pobreza más atroz de todos los tiempos. Pertenece a mi
infancia y allí ubico la novela “Los cururos de la Santa María”.
Cururo es el rostro moreno, el color negro.
La
narración está centrada en una manifestación estudiantil. Hay
pasajes muy concretos respecto a la forma de vida. Cuando se compraba
dos panes al día, un tomate, quienes alcanzaban, un tecito y,
quienes no tenían, quemaban azúcar en una cuchara y le ponían agua
hervida para darle el color del té. Era una pobreza terrible.
Es
el Iquique de los estudiantes que mueren, que son pobres, como el
Matus, quien vive en un conventillo, que de la nada se convierte en
un dirigente estudiantil respetado. Es un “arrancapinos”, un
hombre pequeño y débil; un cururo arrancapinos. Y muere en la
manifestación. Y está Jacinto Céspedes, profesor de Artes
Manuales, quien enseña a los alumnos a hacer barquitos de maderas
para transformarlos en ceniceros. Y Jacinto Céspedes era “cufifo”,
un tomador. Y acompaña a los liceanos en su manifestación, tocando
un bombo. La novela termina cuando el personaje que la narra, “el
Pajarito”, sabe por Jacinto que la huelga ha llegado a su fin junto
a la vida de dos estudiantes.
Las
historias siempre se repiten. Como Jacinto Céspedes en la próxima
novela.
*Nota
de CAM: “Quise actualizar este escrito de Cameron, realizado hace
15 años, y publicado en Suecia en la Revista Liberación (10 de
junio de 2001). El objetivo es traer al presente publicaciones que
sólo tuvieron circulación en formato papel. Por otra parte,
precisar que el tema de la Guerra del Pacífico es algo mucho más
profundo y delicado que lo expuesto por mí en dicha entrevista y,
finalmente, que al paso de los siguientes meses (año 2002), el
escritor Hernán Rivera Letelier cumplió con su palabra al publicar
“Santa María de las flores negras”, un excelente texto sobre la
Matanza de la Escuela.
(Marzo
de 2016)
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