En la medida que observamos cosas nuestras de antaño se nos vuelve a
dar vuelta el estómago. Mejor dicho; se nos vuelve a dar vuelta la
vida. Quienes tienen osadía de mirar fotos antiguas sin la fortaleza
de expresar con soltura que las etapas son, simplemente, etapas, y
que los trenes van y vuelven sin detenerse, se adentran en un túnel
del que, ocasionalmente, pueden salir dañados.
En estos últimos años, décadas, o tal vez en estos últimos
minutos, el mundo se transforma o se ha transformado en un tumulto
del que no podrá desembarazarse. Los valores, hace mucho que dejaron
de existir. Y aunque estos versos se han mencionado en millones de
ocasiones, vale la pena recalcarlos “
...
Hoy
resulta que es lo mismo
ser derecho
que traidor, ignorante, sabio, choro, “.
Lo dijo, en 1934
Enrique Santos Discépolo, este argentino que vio, que se iluminó
respecto a cómo sería el mundo del siglo 21. Si él observó esta
masacre social en el siglo 20, en estos días, sin ninguna duda, se
habría trastornado. Santos Discépolo, murió muy joven de un
infarto al corazón en 1951. Ni siquiera alcanzó a olfatear el
desarrollo post
Segunda Guerra Mundial. Fue genial.
Las
etapas son las etapas, pero lo que vemos en la actualidad en las
calles es un aceleramiento que no puede cesar.
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